The Blessed Virgin and Saint Anne, adapted from a photo by Paul Flores; used with permission.

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El Camino de la Cruz | Parabolas | Un Mundo Lleno de Impiedad | Psicología y Espiritualidad | Pedir Mientras se Duda | Sacrificio, Obediencia, y Oración | ¿En Donde se ha ido el Amor? | Lo Que Puedes Hacer | Aumenta mi Fe

 
VIVIR una vida devota cristiana, en general, no requiere de grandes destrezas intelectuales. Después de todo, Cristo no tuvo necesidad de Plato ni de Aristóteles para predicar sus sermones. La verdadera religión es cuestión del corazón y la voluntad, no de la razón. La esencia del cristianismo no está en sentirse bien consigo mismo o sentirse especial por lo que sabemos o a quien conocemos; la esencia del cristianismo está en sacrificarse a sí mismo en cada momento por puro amor para que otros puedan salvarse de sus pecados. Y, esta fue la razón por la que Cristo predicó en parábolas: para evitar el intelecto y directamente traspasar nuestros corazones y nuestras almas.

 
Parabolas

En la Parábola del Sembrador (Mateo 13; 1-9; Marcos 4; 1-9; Lucas 8; 4-8), Cristo describe con emoción lo que le va a suceder a esa Palabra que Él predicó.

Algunas personas, por su indiferencia, ingratitud y desprecio, rechazan la Palabra tan pronto la escuchan y se rehusan a creer. Sus corazones son tan duros como piedra.

Algunas personas aceptan la Palabra intelectualmente y piensan que son creyentes. Pero cuando las tribulaciones los aflije, ellos se llenan de pánico, abandonan la paciencia y la oración, e intentan conseguir satisfacción y venganza por sí solos—todo porque no han establecido las raices de fe en las profundidades de sus corazones y de sus voluntades.

Algunas personas aceptan la Palabra con fe pero permiten que las atracciones del mundo acaparen sus vidas y sofocan los frutos de la fe.

  

Cristo también habló de la Parábola de la Cizaña y el Trigo (Mateo 13; 24-30), en donde Él describe como los malhechores y aquellos que causan a otros pecar co-existirán con los fieles hasta el juicio final.

 
Un Mundo Lleno de Impiedad

Así que en el mundo de hoy—lleno de enseñanzas anti-cristianas y empapado de impiedad y herejías—tú necesitas aplicarte seriamente a estudiar y orar para que puedas desenredar la verdad de toda la mentira de desobediencia y auto-gratificación que fueron sembradas através de los siglos—para que no termines en el fuego con toda la cizaña. 

Por lo tanto, cualquiera que afirme que ser un cristiano en el mundo de hoy es cosa “facil”, tristemente ha fracasado entender el punto básico del cristianismo; el mundo odia al verdadero cristianismo porque Cristo pone restricciones al auto-entretenimiento narcisista de este mundo.

  

El predicador de la verdad de Dios nos ha dicho que todo el que quiera vivir rectamente en Cristo va a sufrir persecuciones. Si habló la verdad y no mintió, la única excepción a esta afirmación general es, pienso yo, aquella persona que descuida, o no sabe como vivir moderadamente, con justicia y rectitud en este mundo.
 
Que tú nunca seas enumerado entre aquellos que gozan de una casa tranquila, sosegada, y libre de preocupaciones; aquellos en que no desciende la corrección del Señor; aquellos que viven sus dias en prosperidad, y en un abrir y cerrar de ojos irán al infierno.

  

—De una carta de San Raimundo (Ramón), sacerdote
(Oficio de Lecturas, enero 7,
Raimundo de Peñafort, sacerdote)

Y, voy a añadir, que hay muchos obispos y sacerdotes en el mundo de hoy que, en un abrir y cerrar de ojos, irán al infierno simplemente porque han descuidado el mandato de Cristo de “dar de comer a las ovejas”, y en cambio, han estado alimentando a los lobos con las ovejas.

 
Psicología y Espiritualidad

¿Pero en verdad necesitas de un sicólogo para que te enseñe como vivir una vida cristiana? La verdad es que no. Tanto San Juan de la Cruz como Santa Teresa de Ávila tenian una extraordinaria perspicacia sicológica en cuanto a los trabajos de la mente y del corazón, aunque ninguno de ellos tenian entrenamiento formal de sicología, porque la sicología ni siquiera existía como ciencia en sus tiempos.

Esto te demuestra que la espiritualidad mística genuina a la larga nos lleva a una perspicacia sicológica correcta. Y también te demuestra que aquellos que escriben o predican sobre espiritualidad mientras mal interpretan la sicología—como cuando recomiendan un deseo sentimental de felicidad y auto-realización—realmente no comprenden el misticismo.

Cualquiera que ora con humildad y sinceridad y de buena fe, se le dará lo que necesita. Aunque un buen sicólogo católico puede ayudarte a que veas tus propias cegueras y te puede ayudar a interpretar tus sueños, hay mucho aún, que tú puede hacer por ti mismo.

  

Pero sí alguno de vosotros está falto de sabiduria, que la pida a Dios que da a todos generosamente y sin echárselo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, y sin vacilar: porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte. Que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como este, un hombre irresoluto e inconstante en todos sus caminos.

  

—Santiago 1:5–8

 
Pedir Mientras se Duda

¿Pero qué, en lenguaje moderno, significa pedir mientras se duda?

Bueno, imagínate que una vez que hayas escogido vivir una vida espiritual devota te encuentras en un sendero con una trayectoria que te lleva fuera de la cuidad y derechito a tu propia crucifixión. Tú tienes que caminar a sabiendas que nunca vas a regresar. Si te echas para atrás y te regresas, no hay nada más que el infierno. Y si comienzas a dudar y vacilar, y a mirar al mundo para entretenerte por el camino, puede estar seguro que la cruz no vendrá hacia ti—pero el mismo diablo pronto se te aparecerá usando un bonito esmoquin, aguantando la puerta de su limosina, solo para ti.

 
Sacrificio, Obediencia, y Oración

Son muchas las personas que van al sicólogo quejándose del dolor que sufren en manos de otros. Mis amigos me descuidan. Mis amantes abusan de me. Mi esposo me es infiel. Mi esposa es criticona. Mis hijos son desobedientes. Y la mayoría ponen obstáculo cuando oyen que la única manera para ellos encontrar sanación genuina es aceptando su parte de responsabilidad en todos los sufrimientos que le rodean.

Con excepción a los niños muy pequeños que fueron abusados por sus padres (u otros adultos), no hay víctimas inocentes en la sicología. Todos compartimos en la responsabilidad de cuanto sucede alrededor de nosotros. Una esposa tal vez no es la causante de que su esposo tenga una aventura amorosa, pero quizás a ella le aterrorizó los signos de alerta con que se enfrentaba y desistió de hacer cosa alguna. Un muchacho adolescente tal vez no causó que su padre abusivo le agolpeara, pero quizás, por el enojo que le tiene, por divorciarse de su madre, provoca a su padre al desobedecerle.

Así que, por miedo o por provocación, contribuimos al sufrimiento que nos rodea. Y no nos gusta cuando alguien nos manifiesta ese hecho.

Pero Cristo comoquiera nos lo manifestó.

Nos lo dejó ver en su Cuerpo y Sangre; los apostoles lo proclamaron; los místicos através de los tiempos lo han confirmado: Si queremos paz en nuestros corazones, no podemos escapar de la responsabilidad que le debemos a los que nos rodea. Recuerden mi Pasión, y si no creen en mis palabras, al menos crean en mis heridas.

Cristo tomó la responsabilidad entera de los sufrimientos del mundo al tomarlos para sí mismo. Y nos llama a que hagamos lo mismo. Y lo crucificamos por ello.

Pero, para aquellos quienes se arrepienten del hecho de que durante su amarga Pasión le desgarramos su Cuerpo y su Corazón, solo una acción trinitaria puede llevarnos a la paz y a una sanación genuina: sacrificio, obediencia, y oración.

Sacrificio  también puede referirse a sufrimientos, o ayunos. Ayuno, en su sentido general, significa estar sin nuestra comida acostumbrada para que, al sentir hambre física, reconozcamos un hambre espiritual de santidad. Sufrir, en su sentido literal, significa soportar un dolor por algo que hemos hecho nada para merecerlo. Pero, en el sentido amplio, sacrificio quiere decir que tenemos que renunciar a lo que no necesitamos, para así darle a los demás lo que ellos necesitan. En otras palabras, tenemos que renunciar a las defensas sicológicas que nos protegen de sentirnos no-amados por el mundo social, para que podamos dar verdadero amor a los demás. Así que tenemos que sentir el dolor de todos los pecados del mundo, tenemos que soportar el dolor pacientemente, y tenemos que ofrecer nuestros sufrimientos como nuestro “ayuno” diario para el bien de todas aquellas almas que quizás vuelvan a Dios debido a nuestros sacrificios constante por ellas.

  

Tú aceptarás todo sufrimiento con amor. No te aflijas si tu corazón experimenta repugnancia con frecuencia y disgusto por el sacrificio. Todo su poder descansa en la voluntad; así que esos sentimientos de contrariedad, lejos de minimizar el valor sacrificial ante mis ojos, los deleita.

—dicho por Santa Faustina
diario, 1767

  

La Obediencia  tambien se puede pensar como nuestro llamado a la caridad y la misericordia, porque el mismo Cristo, que en su amor por nosotros murió obedientemente en la cruz para nuestra redención, nos ordenó a amar a los demás como Él nos ha amado.

La Oración  se refiere a nuestra comunicación incesante con la divina voluntad. Ya que nuestras vidas le pertenecen a Dios y no a nosotros mismos, tenemos que morar en la Presencia de Dios en cada momento de nuestras vidas. Tenemos que orar constantemente para obtener la misericordia de Dios, porque ninguna otra cosa en la vida tiene algun sentido duradero. Y debemos orar para el arrepentimiento y la conversión de cualquiera que nos hiere o nos insulte, no vaya ser que nuestras vidas permanezcan adheridas al odio implacable y a la venganza.

Como rezar la Corona de la Divina Misericordia

 
¿En Donde se ha ido el Amor?

Lo he visto una y otra vez, en la iglesia y en mi oficina: las personas son toda sonrisas y comportamiento devocional en la superficie, pero una vez que son empujados en contra de su voluntad, aunque sea poco, se vuelven rapidamente muy hostiles.

  

En la iglesia, se eschuchan sobre las torturas horríficas infligidas a los mártires; pelas, apuñalamientos, cuerpos desgarrados y quemados. Ellos rezan para conseguir la fortaleza de la valentía los mártires y para regocijar en el triunfo de ellos. Luego, tan pronto salen de la iglesia y experimentan un pequeño pinchacito de nada de insulto o inconveniencia, se llenan de rabia. ¿Qué le sucedió a los rezos que estaban en sus labios apenas hace unos momentos? ¿A dónde se han ido todos los mártires? ¿A dónde se ha ido el amor ?

  

Para casi todas las personas, amor es unicamente un concepto intelectual—un rasguño superficial. Pues comprenda: amor no se vuelve real hasta que, como expresión de sacrificio, obediencia, y oración, le desgarra los adentros de su corazón. 

  

Muchas gentes que “van de compras” buscando una vida espiritual le preguntan a la Iglesia Católica, “¿Esa paz y sabiduria que tú ofreces—cuanto cuesta”?
     La respuesta es simple y directa. “Todo lo que tienes: Todo tu corazón, y toda tu alma, y toda tu mente, y todas tus fuerzas”.
     Ellos moverán la cabeza y dirán, “No, eso es muy costoso. Nosotros queremos algo que las personas común y corriente puedan pagar sin mayores inconvenientes”.
 

  

Lea un pasaje de un escrito sobre el martirio del amor
por Santa Juana Francisca de Chantal

 
Lo que Puedes Hacer

Esto es lo que puedes hacer, entonces, para descubrir amor real:

Niégate a ti mismo.  Haz lo que Cristo nos dijo que hicieramos. Deja de buscar tus propios placeres y tu propia identidad imaginaria; en su lugar, sigue los consejos espirituales para que puedas estar en un estado apropiado de corazón y mente para poder percibir—y recibir—las gracias que Dios te manda. De esta manera, podrás reconocer tus propios pecados y arrepentirte de ellos a la vez que ayudes a los demás a que reconozcan y se arrepientan de los de ellos.

  

Cuando Cristo y los Apóstoles se encontraron que tenian unicamente unos pocos panes y un pescado, en medio de miles de personas hambrientas, Cristo le pudo haber dicho a los Apóstoles, “Sólo disfruta lo que tienen; los demás que se las busquen.” Pero no. En vez, Él procedió dando lo que Él tenía y, en ese proceso, lo multiplicó. De manera similar, cuando haces sacrificios, no te prives a ti mismo de nada; sino que, multiplicas el amor.

  

Aprende a Orar.  Según vayas recortando las distracciones mundanas, recurra a la oración para verdadero sustento. Pero entiende que a menos que tú no aprendas a rendirte en totalidad, renunciar a tus propios deseos, y seguir la disciplina tanto de oración vocal como mental, las respuestas a tus oraciones serán probablemente tus propias fantasías que se realicen tus deseos, no la voluntad de Dios. La oración no es algo para tomar inforrmalmente; o tu propia sicología inconsciente te conducirá al extravio.

Lee.  Lee y estudie como si tu vida dependiiese de ello, porque es así. Tú necesitas estudiar la verdad para que te puedas proteger de infectarte con la indiferencia, la ingratitud, y el desprecio de este mundo corrupto que te rodea. Mientras estás aprendiendo a orar, comienza por leer la Imitacion de Cristo. Leelo todo rapidamente y en orden una sola vez, pero de allí en adelante ábrelo al azar y lee pequeños pedazos en profundidad, como fuente de guia diaria, mientras te lees otros libros, incluyendo la Biblia.

Confiesa tus Pecados.  Ten cuidado de no mirar solamente en la superficie de las cosas. Por ejemplo, si tú tienes tentaciones sexuales perturbadoras, quizás confiesas simplemente que tienes tentaciones sexuales perturbadoras. Pero si estudias este “website” y te das cuenta que tener tentaciones sexuales perturbadoras es una forma sicologica inconsciente de confortarte a ti mismo cuando te sientes débil o indefenso o abandonado, entonces podrás confesar el problema real: que tu eres propenso a “encargarte tu mismo del asunto” cuando te sientes débil o indefenso o abandonado y que evitas llevar tus temores directamente a Dios.

  

“No soy sicólogo”, dirá un sacerdote. Y bien dicho; es un hecho. Y también es una triste excusa para esconder los errores que hacen los sacerdotes cuando predican y cuando están dando dirección en el confesionario. La verdad es que, si más sacerdotes se negasen a si mismos y viviesen una vida ascética, entonces quizás, recibirian el regalo místico de “cardiognosis”—la habilidad de “leer” los corazones—la cual puede compensar la falta de entrenamiento sicológico formal.

  

Entender la humildad.  Entender el amor. Entender que el cristianismo místico no es asunto de conocimiento por el mero hecho de conocer. No es asunto de tener habilidad intelectual o filosófica. No se trata de discutir con los demás. No se trata de exhibir tu santidad para que otros la vean y te admiren. No es asunto de visiones y éxtasis. Es simplemente un asunto de vacuidad de ti mismo, y amor puro. La santidad no es medida con sentimientos “espirituales”, sino con la obediencia.

  

Para estar sobresaltado de amor por un alma, Dios no mira la grandeza del alma, sino la grandeza de su humildad.

  

 

—San Juan de la Cruz
Los dichos de Luz y Amor, no. 103.

 

Puede que veas visiones, oigas locuciones, y ores en lenguas, pero, ¿qué de bueno tienen estas cosas si no te conducen a una humildad más profunda y a actos más grandes de sufrimiento y negación para que otros obtengan misericordia?

Letanias de la Humildad

Mírate pues, como un don nadie. Ponte al servicio de los demás. De todo lo que tienes sé un ejemplo vivo de esa gloria y gracia divina que tu tan arduamente deseas. Siente el dolor y la tristeza de todos los pecados en tu mundo alrededor, pero no prestes atención a lo que los demás hagan—más bien, enfócate en tus propios anhelos de alcanzar la pureza humilde del corazón. Pues así como el pecado es castigo del pecado, el amor es recompensa del amor.

  

Sobre todas las gracias y todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está la gracia de vencerse a uno mismo, y, aceptar deseosamente, por amor a Cristo, todo los sufrimientos, heridas, molestias y desprecios: porque en todo otro regalo de Dios no podemos gloriarnos, viendo que proceden no de nosotros sino de Dios, según las palabras del Apostol, “¿Que tienes tú que no has recibido de Dios? ¿Y si lo has recibido, porque te glorías como si no lo hubieses recibido?” Pero en la cruz de la tribulación y aflicción podemos gloriarnos porque, según nos repite el Apostol, “Yo no me gloriaré más que en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”.

  

 

Florecillas de San Francisco de Asis
capítulo VII

 

 
Aumenta mi Fe

Sin embargo, date cuenta que nada de esto viene facil. Si tú oras, “Señor, auméntame la fe”, no esperes que Dios te unga con dosis grandes de fe mágicamente. En vez, tendrás tribulaciones tras tribulaciones colmadas sobre ti, y mientras le hagas frente con tranquilidad y amorosa perseverancia a todo esto, encontrarás al salir de esas luchas que, de cierto, ha surgido un aumento de fe en ti.

Es así de simple—y así de exigente. Por lo que verás a tantos “cristianos” que alegremente le saludan desde sus limosinas, mientras pasan por tu lado.

 

Traducido por Anne P.

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