The Blessed Virgin and Saint Anne, adapted from a photo by Paul Flores; used with permission.

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Sanación Sicológica
en la Tradición Mística Católica Romana

Fe

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UNIDAD. Suena como un concepto bonito. En cada Misa pedimos por eso. Hoy en dia lo tenemos como un concepto que debe ser definido por eruditos y eclesiásticos a traves del diálogo teológico. ¿Pero que es la unidad? ¿Significa que debemos abrazar con un mismo pensar una multitud de realidades, verdades, creencias, fe, y doctrinas? Pues, no. La unidad—la verdadera unidad—viene de una cosa y solamente de una cosa: unicidad. Es decir, la unidad cristiana viene de la unicidad con Dios expresado en una realidad, una verdad, una creencia, una fe, y una doctrina.
 

Hay únicamente una REALIDAD: Dios, el creador del cielo y la tierra, que se nos ha revelado como la Trinidad del Padre, Hijo, y Espíritu Santo.

Lea un pasaje de una carta sobre la Trinidad
por San Atanasio, obispo

Hay únicamente una VERDAD: que nadie puede estar delante de la presencia de Dios a menos que purgue todo interés propio y toda impureza.

Todas las religiones tienen alguna verdad en ellas. A través del razonamiento humano natural, religiones no cristianas han descubierto por sí mismas elementos de la verdad. Solamente la Iglesia Católica tiene toda la verdad. Es cierto, no todo el que se dice católico verdaderamente vive esa realidad desde su corazon. Y, tristemente, no todos los obispos ni sacerdotes verdaderamente viven esa realidad desde sus corazones. No obstante—la verdad está alli— toda la verdad—en la Iglesia.

Algunas personas dicen que, “No hay verdad absoluta.” Sin embargo esa afirmación en sí es una declaración de verdad absoluta. Por lo tanto, al objetar como lo hacen ellos de la absoluta verdad preservada por la Iglesia, estas personas hacen objeciones que invalidan únicamente a ellos mismos. 

Hay únicamente una CREENCIA: que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (Juan 11: 27; 20; 31).

¿Podrá salvarse alguien fuera de la Iglesia?

Hay únicamente una FE: que Jesús el Cristo murió por nuestros pecados; que al arrepentirnos de nuestros pecados y ser bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo quedamos límpidos de nuestros pecados pasados; que por vivir una vida santa a partir de ese momento y perseverar hasta el final, se nos regalará el entrar en la Presencia de Dios.

Y si nos mandó seguirlo no es porque necesita de nuestros servicios, sino para que nosotros alcancemos así la salvación. Seguir al Salvador, en efecto, es beneficiarse de la salvación y seguir a la Luz, es recibir la luz. Pues los que están en la luz no son los que iluminan a la luz, sino que la luz los ilumina, y le esclarece a ellos, ya que ellos nada le añaden, sino que son ellos los que se benefician por la luz.
 
Del mismo modo, el servir a Dios nada le añade a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de nuestra sumisión. Es Él, por el contrario, quien da la vida, la inmortalidad, y la gloria eterna a los que lo siguen y sirven. Él les beneficia por el hecho de seguirlo y servirlo, sin recibir de ellos beneficio alguno. Él es rico y perfecto, sin que le falte nada.
 
La razón pues, por la que Dios desea que los hombres le sirvan es por esto: como Él es bondadoso y misericordioso, Él desea beneficiar a los que perseveran en su servicio, pues si Dios no necesita de nadie, el hombre, en cambio, necesita de la comunión con Dios.
 
En esto consiste la gloria del hombre; en perseverar y permanecer en el servicio de Dios. Por esto el Señor decía a sus discípulos: No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros.

—del tratado En Contra de las Herejías
por San Ireneo, obispo
Oficio de Lecturas,
sábado después del Miércoles de Cenizas
 
 

Y aunque en nuestro pecado miserable, en verdad nos merecemos nada más que la condenación [1]—Cristo nos dijo qué es lo que debemos de hacer para reclamar este regalo insondable: niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sígueme (Mateo 16: 24).

La fe verdadera, por consiguiente, no es fe ciega. La fe no es simplemente un callar las emociones, una defensa creada en la niñez como una respuesta a los sentimientos de rechazo. La verdadera fe requiere que seas capaz de decir, consciente y deseoso, “A pesar de lo que estoy sintiendo—a pesar del hecho que me siento [incierto, confundido, vulnerable, inadecuado, etc.]—yo confío en Ti, Señor.”
 

Hay únicamente una DOCTRINA: la doctrina de la Iglesia Católica, por la cual Realidad, Verdad, Creencia, y Fe son preservadas y enseñadas.

 

 

ESTO ES TODO TAN SIMPLE que uno se tiene que asombrar de como es que el cristianismo ha podido llegar a ser una causa tan grande para cisma y protesta y (estar) tan incrustada con intelectualismo académico.

¿Para que ir a la Iglesia si
está llena de hipócritas?

Entonces, ¿ porqué está la Iglesia manchada con cisma y herejía? Bueno, la contestación se puede encontrar en una palabra: amor.

En su esencia, el amor requiere que nos contengamos de usar a los demás para nuestro propio placer personal. Sino, más bien, debemos abandonar nuestros propios placeres para así buscar el bien de los demás. Y el “bien” de los demás significa su salvación a través de sus “muertes” a los pecados del mundo. Después de todo, así fue como Jesús vivió su ministerio público, ¿no es cierto? En su camino hacía la Cruz, a la vez que nos llamó a arrepentirnos de nuestros pecados—por nuestro bien—no tenía Él posesiones ni tampoco donde recostar su cabeza. Él hasta fue enterrado en una tumba preparada para otra persona. En su vida y su muerte Jesús nos demostró que amor es sacrificarse a sí mismo.

Pero para la mayoria de las personas hoy día, “amor” significa satisfacción. Significa felicidad. Significa conseguir que nuestro vacío emocional se llene con, pues . . . cualquier cosa. Significa, “yo estoy bien, tú estas bien”. En todas estas definiciones, “amor” significa auto-indulgencia. Por consiguiente, en ésta definición de “amor” construida ingeniosamente para la conveniencia de la cultura popular de hoy día, el pecado no existe. Y aquí es precisamente donde todo se daña.

Muchas personas pueden aceptar una Realidad, pues es bastante fácil meramente reconocer que Dios existe. Sin embargo, estas personas usan todos los mecanismos de defensas sicológicas habidas y por haber en el libro para así poder evitar ver la Verdad, porque si la ven, tendrían que arrepentirse y cambiar sus vidas—y eso es simplemente muy—pues, inconveniente. De manera que, una vez que escondemos el pecado para removerlo de la pantalla, entonces la Verdad se diversifica. Decimos, “¿que es la impureza?” “Dios es amor. Todo es bueno y puro”. Y con la impureza diluida, hasta llegar a la irrelevancia, Creencia se derrumba. “Jesús fue un hombre bueno, como Buda y John Lennon . . .”

Así que alli lo tienes. Cuando la Verdad se diversifica, tenemos cismas y protesta. Cuando Creencia se derrumba en relativismo, necesitamos teorías que nos ofrezcan interpretaciones ingeniosas para los escombros. ¿Y donde entonces, deja esto a la Fe? Eso fue lo que preguntó Jesús. “Pero cuando el Hijo del Hombre vuelva, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lucas 18: 8) 

Que tristeza, O Jesús, cuando somos nosotros mismos los causantes de las pérdidas de gracia. Quién entienda esto es siempre fiel.

—Santa Faustina
(Diario, 690)

___________

1. Ya que nuestras almas no perecen al morir nuestros cuerpos, cada alma tiene que hallar su propio espacio en la realidad espiritual. Las almas que se separan a sí mismas de Dios en esta vida, al ser persistentes en el pecado y rehusando el arrepentirse de ello no tendrán otra alternativa que esconderse de Dios en la vida venidera—y en ese “lugar”, esa eterna separación de Dios, a la cual los propios pecados del alma le condenan, se llama el infierno. Las almas que sí se arrepienten de sus pecados en ésta vida y buscan reparación por la misericordia de Cristo, van, después de que sean primero limpiadas en el purgatorio, a ser recibidas en la presencia de Dios—y ese “lugar” se llama el cielo.

 

Traducido por Anne P.

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